Amaterasu Okami es una de las principales divinidades de la mitología japonesa. Es la diosa del Sol de la religión sintoísta y antepasada de la Familia Imperial Japonesa, según la propia religión dice. Los sintoístas consideran a Amaterasu una diosa compasiva y amable para con sus fieles, hasta el punto de considerarse maternal.
Debido a su posición como ancestro de todos los emperadores, se la considera la diosa principal del País del Sol Naciente. Allí se le tiene consagrado el gran santuario de Ise, donde una vez al mes, los caballos que la Familia Imperial ha consagrado a la diosa, son vestidos y llevados ante el santuario para que inclinen la cabeza ante Amaterasu. Es en este mismo santuario donde se guarda el Yata no Kagami, el espejo sagrado.
El Mito de Amaterasu
Según lo escrito en el Kojiki, el libro histórico/mitológico de Japón donde vienen recogidos antiquísimos eventos, Amaterasu nació del ojo izquierdo de Izanagi cuando se purificaba tras fracasar en el rescate de Izanami, los dioses de la creación. De formas parecidas nacieron sus hermanos Susanō y Tsukuyomi.
El principal mito sobre la Megami (forma femenina de Kami) es el de la Cueva Celestial, del que existen numerosas versiones. Su hermano Susanō, totalmente borracho, arrasó los campos de arroz de Amaterasu tras llenarlos de agua con una tormenta (cabe destacar que Susanō es el Kami del mar y las tempestades y tenía un terrible temperamento). Llenó de heces el templo de la Megami.Ella le suplicó que se parase, pero él desoyó sus peticiones y arrojó el cuerpo muerto del caballo celestial a sus doncellas. El cadáver cayó sobre el telar que estaban utilizando y sus astillas salieron disparadas hacia ellas. En casi todas las versiones del mito se dice que atravesaron sus genitales.
Amaterasu estaba desolada y furiosa con su hermano. Así pues decidió retirarse del mundo y encerrarse en la Cueva Celestial. La Megami selló la entrada con una roca y el mundo se quedó sin su luz. Así pues las tinieblas descendieron al mundo y este comenzó a marchitarse y a llenarse de Oni (demonios). Los demás Kami se preguntaron qué había pasado con Amaterasu y se reunieron alrededor de la entrada de la cueva. El kami de la inteligencia Omoikane preparó un plan para hacerla salir. Ama no Uzume, la megami de la felicidad, se puso a bailar alrededor de una bañera llena de agua que habían llevado a la cueva.
El resto de kami empezó a armar un gran jolgorio, aplaudiendo, cantando y animando. Amaterasu salió a mirar, presa de la curiosidad, y preguntó qué ocurría. Uno de los kami le respondió que estaban celebrando el nacimiento de una nueva megami. Amaterasu salió un poco más de la cueva y preguntó quién era.
El kami señaló al espejo Yata no Kagami, que Ama no Uzume había colgado de un árbol. Amaterasu se quedó absorta por su propio reflejo, que jamás había visto, y exclamó “Omo-shiroi”. Que significa tanto “blanca faz” como “fascinante”. Mientras Amaterasu estaba entretenida con su reflejo en el espejo, había avanzado lo suficiente como para que los otros kami cerraran la cueva tras ella y la convencieron de que volviese al Plano Celestial.