Arconte

Arconte. Imagen de Jason Chan

Los arcontes son seres divinos mandados por una deidad para proteger, vengar o evaluar las injusticas que se generan en nuestro chato material.

Un poder viejo

Los arcontes son verdaderas autoridades de la ética y la ética, y han existido desde el nacimiento de los dioses. En verdad, la palabra arconte, del heleno «archai», significa origen o comienzo.

En la vieja Grecia se conocía como arcontes a los pobladores premeditados a transformarse en la autoridad suprema, fuera política o religiosa. Establecían las reglas, las hacían cumplir y también daban castigos a los descarriados.

Un criterio mucho más mitológico

La figura del arconte fué conocida en varias mitologías y civilizaciones como la celta y la azteca, y ciertas consiguieron denominar hasta 12 arcontes. Esto no quiere decir que no haya mucho más, sino jamás se han materializado en nuestro chato.

Los arcontes son eficientes y poderosos mediadores. Son la conciencia y, en cierta manera, el ente físico que se hace cargo de hacer todo cuanto el dios precisa realizar. Son La Autoridad.

Es lógico meditar que estos seres tienen un enorme poder, pero hay considerablemente más. Su fuerza y felicidad son divinos, divinas. No precisan charlar, si bien lo hagan, y no precisan pelear, si bien porten armas arcanas. Su pura presencia es una revelación que despeja la cabeza y el espíritu.

Especificaciones del arconte

Acostumbran a manifestarse bajo la manera de un humano, hombre o mujer, de piel y pelo azul, blanco o dorado. La mayor parte tiene gigantes alas angelicales si bien no las precisan para volar y desplazarse a intención. Tienen la posibilidad de teleportarse y estar a cada segundo en un espacio distinto.

Los arcontes charlan su lengua celestial y la lengua infernal. Aun de esta forma, tienen la posibilidad de estar comunicado con algún otro ser empleando su empatía, de forma que se hacen comprender si bien no se conozca ni una palabra del idioma angelical.

El aura del arconte es una de sus características mucho más atractivas. En el momento en que el arconte actúa, su aura es de pura amabilidad y sus ojos se detallan comprensivos y llenos de amor. Si el arconte debe tomar una actitud mucho más correctora, su aura se convierte en un extenso halo lumínico de protección para sí mismo y para las criaturas de buen corazón que estén muestren. Si el arconte debe verse hostil frente a una criatura maligna, su aura se transforma en halo amenazador sediento de justicia al que muy escasas criaturas infernales escapan, en tanto que desgasta y mengua la intención.

ArconteArconte. Imagen de Víctor Adame

Un arconte muestra asimismo la aptitud de atravesar la obscuridad y la penumbra con su cabeza, dando permiso a sus ojos ver todo cuanto ocultan las sombras.

El arconte en acción

Un arconte jura no realizar jamás daño. Es extraño que luche contra un enemigo y, si lo realiza, emplea su poder para normalizar, no para dañar. No obstante, si su contrincante es verdaderamente maligno, puede ocasionar la temida furia del arconte. En ese instante el arconte se transforma en la venganza encarnada y no vacilará en utilizar sus elementos para agredir y castigar a la criatura.

Una parte de este colosal poder es amplificado por el arma que llevan. Acostumbran a emplear espadas, tridentes o lanzas rúnicas. Estas runas arcanas tienen la aptitud de agrandar los poderes sobrenaturales y divinos del arconte hasta el punto en que se ve que exactamente el mismo dios que manda al arconte se hubiera presentado. Por esa razón estas armas no se emplean verdaderamente para la pelea cuerpo a cuerpo. Los arcontes no precisan pelear físicamente, si bien tienen la posibilidad de llevarlo a cabo si lo quieren.

Los arcontes muestran, además de esto, algunas resistencias naturales que los hacen mucho más invulnerables. Tienen la posibilidad de hacer círculos mágicos contra el mal y no se aprecian damnificados por los elementos como el frío, los rayos, etcétera.