En la mitología romana, Minerva es la diosa de la sabiduría, siendo su homóloga en la mitología griega, Atenea. No se le adjudica el rango de diosa de la guerra, sino que en la mitología romana existe una propia diosa de la guerra que es conocida como Belona. Belona no tiene contraparte griega.
En cuanto a su nombre, probablemente los romanos hayan confundido el significado con “mens”, que quiere decir mente. Esto es bastante lógico si se toma en cuenta que Minerva era conocida por su intelecto. El nombre es, entonces, una desambiguación de Menrva, que era el nombre con el que los etruscos llamaban a esta diosa.
El nacimiento de Minerva
El mito sobre el nacimiento de Minerva es muy parecido al del nacimiento de Atenea en la mitología griega. La diosa de la sabiduría era hija de Júpiter y Metis. El padre de Minerva se comió a Metis, que era la diosa de la prudencia. Tras devorársela, sintió un gran dolor de cabeza.
Vulcano, el dios del fuego, se encargó de partir a la mitad la cabeza de Júpiter de un hachazo, y con esta acción, produjo el alumbramiento de Minerva. Esta diosa terminó de nacer completamente adulta y armada. Ella fue parte importante de la Gigantomaquia, que fue la lucha de los dioses en contra de los gigantes. Gracias a ese episodio, fue reconocida como gran guerrera y mujer valiente y valerosa.
Nombramiento de la ciudad de Atenas
Según narra la mitología romana, Minerva se peleó con Neptuno para bautizar a la ciudad de Atenas, así que ambos dioses pusieron todo de su parte en este duelo. La forma de ganar era que uno de los dos pudiera proveer a la ciudad de algo útil. De esa forma comenzó el duelo.
Lo primero que se le ocurrió a Neptuno para ganar la batalla fue proveer a la ciudad de caballos. Neptuno era un dios que creía fervientemente en la capacidad de los caballos como animales de compañía, él mismo tenía varios de estos junto con él.
Ella, por su parte, decidió otorgar a la ciudad un árbol de olivo. Este árbol sí que dio frutos a la ciudad, convirtiéndola de esa forma en una ciudad próspera con elementos que los griegos pudieran aprovechar para su propio beneficio. Esta planta de olivo le dio a Minerva la victoria, es por eso que la ciudad tomó el nombre de Atenas. En este punto ya está claro que Atenas es la contraparte de Minerva en la mitología griega.
Mito de la metamorfosis
En algún punto de las poesías griegas y romanas de mitología, se narra la historia de cómo Minerva pudo convertir en araña a una tejedora que competía con ella para saber cuál de las dos era mejor para el arte de la hilar.
Esta tejedora era de nombre Aracne. Ella alardeaba de que era mucho más habilidosa que Minerva para las manualidades y para el arte de tejer, así que la diosa Minerva no lo pensó dos veces y la invitó a una batalla entre ambas para saber cuál de las dos era más habilidosa con las manos.
Ambas entraron en competencia y comenzaron a hilar una tela. La diosa de la sabiduría Minerva pronto notó como la tejedora era realmente buena, incluso más que ella. Aracne tenía técnica, sabía exactamente cómo tejer y sobre todo, era realmente rápida, en conclusión, tenía mejores y muchas más habilidades que Minerva.
Lo mejor de este mito fueron las telas que ambas tejieron. Según cuenta la narración mitológica, Minerva tejió la escena de su victoria sobre Poseidón, por la cual obtuvo la victoria para bautizar la ciudad con su nombre. Entretanto, Aracne tejió las veintidós infidelidades de los dioses disfrazados de animales.
La diosa entró en cólera, no tanto por haber admitido que Aracne tenía una técnica perfecta, sino por el motivo que había escogido la joven para tejer. Así que destruyó todo, mientras que Aracne muy avergonzada, decidió ahorcarse. La diosa Minerva tuvo compasión de ella y convirtió la soga de ahorcamiento en tela de araña y a la chica en una araña.