Para la mitología mexicana y azteca específicamente, el dios Ometéotl es el creador de todo el universo, él es el responsable del primer momento de la creación, y además es una deidad que se representa de forma dual, es decir, que puede ser entendido como hombre y como mujer al mismo tiempo.
Este es el dios o diosa de la creación y de la dualidad. Para los aztecas, en el cielo estaba la dualidad de las cosas, por ende, estaba el principio de todo, y esto se traduce en la existencia propia de Ometéotl como el principio de todo lo que conocemos. Creador no solo del universo sino también de todo lo que habita dentro de él.
Ometéotl solo es nombrado en las clases altas
Algo interesante sobre esta deidad principal de los mexicanos, es que no es ampliamente conocido en toda la cosmología y mitología azteca, y esto se debe a que no era del conocimiento popular, sino que sus escrituras y todos los datos que se tenían y manejaban sobre este dios, eran manejadas exclusivamente por las clases altas de México.
Pese a que su nombre no está integrado del todo en la sabiduría popular, sí que es muy común que sea nombrado en diferentes momentos de los poemas más clásicos y prolíficos de la era de los aztecas. Estas poblaciones, de hecho, tenían conocimiento sobre Ometéotl pero no lo dejaban a manos populares.
Eruditos como Miguel León Portilla, se atreven a afirmar que esta deidad estaba pasando por un proceso de aglutinamiento de todos los demás dioses sobre él, en el momento en el que se acabó la civilización azteca. Quizás por este detalle importante es que el dios Ometéotl no era ampliamente conocido por la mayoría de las personas que hacían vida en aquella civilización.
Ometéotl; Amo y señor de todo lo que conocemos hoy
Según el imaginario mexicano, esta deidad que fue el progenitor de cuatro deidades realmente importantes para la cosmología mexicana, era el responsable de proveer y mantener el ritmo oscilante del universo, al mismo tiempo que se encargaba de otorgar a cada cosa de la naturaleza, sus características particulares que le convertían en un objeto especial.
“El verdadero ser de todas las cosas” es como los aztecas conocían a esta deidad, al mismo tiempo que le conferían las cualidades de preservarlas y nutrirlas gracias a su gran y desmesurado poder.
Algo interesante sobre esta deidad es que dio vida a las cuatro deidades que dieron pie a las grandes luchas cosmológicas sobre las cuales se basa la mitología mexicana de que todas las cosas se crearon a partir del caos que se formó por los dioses en batalla. Cada uno de los líderes creó las cosas como creyó correcto y los demás dioses destruyeron cada una de las creaciones.
El dios Ometéotl también es llamado amo de lo lejano y de lo cercano, quizás por su característica de mantener el poder sobre todas las cosas, aquellas que se encuentran cerca y aquellas que se encuentran lejos. Amo de lo que conocemos y de lo que no conocemos también.
Otros nombres que recibe el dios Ometéotl y que resultan interesantes para nombrar son los de Moyocoyatzin que quiere decir “el inventor de sí mismo”, Ipalnemohuani que, según su traducción al español quiere decir “el dador de vida”, y Yohualli-ehécatl, cuya traducción al español es algo como “uno que es invisible como la noche”.
También se le atribuyen características de intangible o impalpable como el viento. Muchos estudiosos e historiadores de la cultura popular azteca defienden su existencia fervientemente. Algunos de los que defienden las teorías propias de Ometéotl son Caso, León Portilla y López Austin.