Vampiro. Imagen de Jason Engle
Un vampiro es un fallecido viviente dotado de una gran fuerza y poder, que sostiene su inmortalidad tomando la sangre de seres vivos.
El origen de los vampiros
Los vampiros o, como les agrada autodenominarse, los descendientes, hay desde los tiempos mucho más viejos que recuerda el hombre. Sobre su origen hay 2 teorías primordiales:
La primera apunta a Lilith, Reina de la Noche, Madre de los Diablos y primera mujer de Adán, como la genuina y primigenia vampiresa. Construída por Dios al unísono que Adán, resultó tener un alma bastante obscura y retorcida. No engendró mucho más que espíritus del mal, con lo que fue apodada “Monstruo de la Noche”. Eran conocidos sus festines de sangre noche tras noche y también, aun, diríase que cautivaba a hombres mientras que dormían para hallar acrecentar su mefistofélica descendencia, famosa como súcubos.
Lilith. Imagen de Grigory Lebidko
La segunda teoría apunta a Caín como el vampiro original, por eso los vampiros asimismo sean populares como “cainitas”. En el momento en que Caín mató a su hermano Abel fue desterrado a las tierras de Nod y allí fue culpado a vagar llevando consigo una maldición. Temería al sol para toda la vida y sentiría una sed insaciable de sangre. En su exilio coincidió con Lilith, que le enseñó a encauzar el poder de la sangre para acrecentar su fuerza como vampiro.
Si bien la narración de los vampiros se remonta milenios atrás, su máximo auge se causó entre los siglos XV y XVI en Europa, eminentemente en Rumanía y Hungría. En verdad, Transilvania, zona central de Rumanía, es famosa por ser la cuna de los vampiros y donde pasó una gran parte de su historia el mucho más popular de todos ellos; el conde Vlad Drakul, mucho más popular como conde Drácula o, asimismo, como “el Empalador”, alias que ganó debido al enorme exitación que sentía comiendo frente a los cuerpos empalados de sus contrincantes. Vlad Drakul fue entre los mucho más atroces vampiros de la historia y extendió su mal por Alemania y, después, al resto de Europa.
Vampiros y murceguillos
Los vampiros se han relacionado desde hace tiempo con la figura del murciélago. Esta asociación asimismo tiene la posibilidad de tener su origen en las ubicaciones transilvanas, donde los murceguillos mordían a seres vivos para succionar su sangre. Se considera que transmitían la íra y de ahí que los humanos inficionados empezaban asimismo a succionar y a trasmitir la patología al resto de seres vivos.
Otra historia de historia legendaria charla de un tipo particular de vampiro-murciélago llamado azemán, muy recurrente en Sudamérica, que tiene la manera de una mujer a lo largo del día y durante la noche se convierte en un murciélago. Cada noche sale de caza en pos de novedosas víctimas para arrancarles un dedo del pie. En el momento en que la sangre aflora, el vampiro bebe hasta quedar saciado y, al llegar el día, regresa lleno de vida a su forma de mujer.
Vampiro murciélago. Imagen de Jason Chan
La verdad es que ciertos vampiros tienen la capacidad de transformarse en murceguillos de manera natural, como lo realiza un licántropo. Este modo les deja huír velozmente de un enemigo o, aun, ingresar en las viviendas de fatales sin su permiso, cosa que no tienen la posibilidad de realizar en el momento en que están en su forma de vampiro, al no ser que reciban una convidación formal.
Advertir a un vampiro
Hay signos indudables para entender que nos encontramos frente a un vampiro. A los días de fallecer el sospechoso, se abre la tumba y se examina el cuerpo. El cadáver de un vampiro no se descompone y, pese a su palidez y rostro ojeroso, especialmente si no se ha alimentado últimamente,
muestra un aspecto prácticamente saludable que persiste por mucho que pasen los días.
Los nuevos vampiros siempre y en todo momento vuelven a su tumba a lo largo del día, pero con los años tienen la posibilidad de reposar en viviendas y mansiones que habilitan para este fin y donde sitúan sus ataúdes.
El beso del vampiro
La manera de producir un nuevo vampiro no es muy dificultosa si se tiene el bastante autocontrol. Únicamente un vampiro puede hacer a otro a través de “el beso del vampiro”; en el momento en que una víctima está frente a un descendiente es muy simple que quede hipnotizada y seducida por este, entonces el vampiro busca la arteria carótida de su víctima (los vampiros eligen la sangre limpia), a la que ingresa de forma fácil desde el del costado del cuello, y clava sus colmillos con una enorme precisión. Así puede tomar de la víctima todas y cada una de las ocasiones que necesite sin que se desangre exageradamente. Este desarrollo puede perdurar múltiples días o ciertos minutos, en dependencia del beso, pero frecuenta acabar de esta manera; la víctima muere de debilidad. Cuando por el momento no queda sangre del mortal, justo en su último hálito de vida, el vampiro constructor llena con su sangre el cuerpo de la víctima. Solo una gota de sangre vampírica sobre la boca del fallecido basta para que despierte la Sed y empieze a tomar. Pasados unos días o, es posible que aun unas escasas horas, el fallecido lúcida en su tumba como un nuevo descendiente.
La visita del vampiro. Imagen de Bastien Lecouffe Deharme
No todos y cada uno de los “besos de vampiro” terminan con un nuevo descendiente. Si el mortal no es desangrado y no muere, pero ha bebido la sangre de un vampiro, prosigue viviendo comunmente si bien consigue una exclusiva fuerza y vitalidad. Le perjudica menos el correr del tiempo y su apariencia es de lo mucho más saludable, pero se crea una dependencia con el vampiro de forma que podríamos decir que pasa a ser su “ciervo”, creando asimismo un vínculo sexual, y realizando todo cuanto el vampiro le solicite por un tanto mucho más de su sangre.
Novedosa vida para un vampiro
El nuevo vampiro mantiene exactamente el mismo aspecto que tenía en el momento en que se encontraba vivo, a pesar de que los mucho más observadores apreciarán una observación diferente, mucho más principal, despiadado y salvaje. La mirada de un depredador cuyos sentidos son en este momento mucho más agudos. Su cuerpo no proyecta sombra alguna y desaparece su reflejo en el espéculo. Asimismo comienzan a resaltar sus alargados incisivos, comunmente contraídos hasta el día de hoy de la caza, las orejas sutilmente mucho más puntiagudas, el mal aliento y, en ciertos casos, el pelo abundante en las palmas de las manos.
Al cuerpo del neonato llega, asimismo, la desaparición de los órganos. El corazón no late, los pulmones no respiran y el estómago tampoco hace la digestión. Por eso el único alimento que precisa un vampiro sea la sangre de un ser vivo, y la precisa, exactamente, para evitar que siga el desarrollo de putrefacción de su cuerpo mortal. Esta sangre no pasa ahora por venas ni arterias, si no que se distribuye homogéneamente por el interior del cuerpo a través de ósmosis. La sangre pasa a ser el único fluido que se encuentra en el cuerpo del vampiro, y por ello lloran oscuras lágrimas de sangre.
Es algo paradójico que se afirme de los vampiros que son inmortales, pues verdaderamente lo son mientras que hallen sangre que deje que no se descomponga su cuerpo. Un vampiro asimismo tiene sus luchas internas. Siente una obsesión, por no decir adicción, a la sangre. El Apetito del vampiro jamás descansa y lo transporta a estar siempre y en todo momento al máximo, en eterno enfrentamiento sobre alimentarse o dejarse llevar completamente para saciar la Sed. Es duro convivir con la Bestia dentro que, todo el tiempo, pelea para ser liberada y cometer los crímenes mucho más aterradores. Solo los vampiros con enorme autocontrol detallan esa poca humanidad que, en ocasiones, semejan tener.
De qué forma terminar con un vampiro y otro mitos
Se piensa, equivocadamente, que para matar a un vampiro es suficiente con clavar una estaca de madera en su corazón. Este acto es requisito pero no bastante, puesto que clavando la estaca tenemos la posibilidad de dejarlo negado por un tiempo pero, a fin de que verdaderamente muera, es requisito quemarlo después en una hoguera o mostrar su cuerpo al sol a lo largo de múltiples días. Las balas, cuchillos y demás armas solo ocasionan lesiones que sanan con impactante sencillez en el cuerpo de un vampiro. Hay otras teorías sobre de qué manera ofrecer muerte a un vampiro como, por poner un ejemplo, abrir su ataúd a lo largo del día, clavar una estaca en el corazón y sepultarlo en una tumba cavada en un cruce de caminos, pero esta estrategia no en todos los casos tiene el éxito esperado.
Matar a un vampiro. Imagen de Inna Vjuzhanina
Hay otros símbolos y elementos que asimismo son utilizados para herir o espantar a los vampiros como, los crucifijos, el agua bendita y el ajo. Nada de esto daña verdaderamente a un vampiro, como bastante lo distrae por un tiempo. El sol los desgasta y los quema, pero no tan veloz como se pudiese meditar, si bien quedan muy desorientados y se vuelven considerablemente más pausados, perdiendo su celeridad frecuente (esa alta velocidad que hace simulen un torbellino en el momento en que se mueven). Solo los vampiros poderosos soportan múltiples días al sol.
Asimismo hay algunos mitos que son, sencillamente, falsos, como que los vampiros no tienen la posibilidad de atravesar aguas en movimiento. Si esto fuera cierto, no se habrían extendido por todo el planeta, si bien hay leyendas que comentan que sí tienen la posibilidad de llevarlo a cabo portando tierra de su tumba en el ataúd.
El vampiro en sociedad
La sociedad vampírica, lejos de lo que logre parecer, está a la perfección estructurada y se actúa según las reglas impuestas por los vampiros mucho más viejos. Se organizan en clanes, adelante de los que acostumbra haber un príncipe. Este príncipe se hace cargo de sostener el orden en su región geográfica. Sobre los príncipes está el Consejo, una agrupación de los vampiros de las primeras generaciones que se hace cargo de sostener alguna paz entre clanes.
Los que apoyan la teoría de Caín como primer vampiro tienen establecidas las generaciones de vampiros que ya están dependiendo del nacimiento del primer vampiro. Esto es, Caín, sería el primer y único integrante de la generación primera, y su descendencia directa formaría la segunda generación, tal como la descendencia de esta formaría la tercera, etcétera. Se estima que, en la temporada de hoy, los vampiros recién nacidos pertenecen a la 13ª generación.
Sobra decir que el poder de un vampiro es mayor cuanto mucho más viejo es, no solo por el control y estudio que amontona a lo largo de los años, si no pues los mucho más viejos forman parte a las primeras generaciones y tienen la sangre mucho más pura, siendo su poder enormemente mayor que el de un vampiro de generaciones siguientes.
Teniendo esto en cabeza, los vampiros están clasificados de esta forma:
Neonato
Vampiro recién desarrollado y anunciado al príncipe del clan al que forma parte. Hay algunos vampiros recientes que no forman parte a ningún clan específicamente. Estos se nombran Caitiff.
Ancilla
Son descendientes jóvenes pero prometedores por su especialidad y control de su poder. Son dispuestos para ocupar el puesto de Viejos con los años.
Viejos
Son los descendientes que están al poder de la sociedad vampírica. Tienen entre 200 y 1200 años. Se dedican a que se cumplan las reglas.
Matusalén
Esta situación la llenan vampiros cuya edad consigue los 1200 años. Se genera un cambio verdaderamente palpable. Pasan a parecer menos humanos, mucho más jubilados y físicamente están mucho más delgados. La Bestia en ellos tomó el control y no tienen prácticamente humanidad. Son de enorme manera fuertes y feroces.
Antediluvianos
Los mucho más viejos y se considera que solo hay en Europa. Son la descendencia directa de Caín y llegan hasta la tercera generación. Son tan fuertes, sabios y poderosos que su fácil mención crea genuino terror entre sus descendientes. A dios gracias, son verdaderamente extraños y pocos.
Vampiro matusalén. Imagen de Hinchel Or
La supremacía de cazador
Según medra y cumple años, el vampiro aprende a desarrollar la fuerza y acrecentar los poderes. Varios de los primeros atributos que consigue son el carisma y un enorme magnetismo sexual, pero son tan sutiles que un mortal no se da ni cuenta, si bien sienta el deseo de arrimarse al vampiro. Si unimos estos aspectos a su aptitud de manipulación entenderemos que un vampiro es con la capacidad de liberarse de su víctima sin solamente emplear la crueldad. Tienen la posibilidad de emplear la hipnosis y hallar que el mortal pierda su intención con solo una observación.
Tienen asimismo otros talentos que no vacilan en utilizar en el momento en que una víctima les planta cara. Son realmente fuertes y atléticos, tienen una enorme celeridad en sus movimientos y son verdaderamente taimados. Siempre y en todo momento sostienen un estado de alarma, aun en el momento en que descansan, con lo que es prácticamente irrealizable hallarlos desprevenidos.
Otra cualidad que les resulta realmente útil para la supervivencia es su sigilo. Un vampiro puede mostrarse en un espacio velozmente y, más allá de eso, pasar inadvertido. En verdad, puede estar horas camuflado en la obscuridad sin que ningún otro ser lo perciba merced a su poder de ofuscación.
Ciertos vampiros tienen la capacidad de acrecentar sus poderes mentales hasta el punto de estar comunicado a través de telepatía. Alcanzan, además de esto, inspirar miedo, ocasionar inmovilidad y también, aun, ingresar un concepto en la cabeza de su víctima sin que esta se percate. Estos vampiros asimismo tienen la capacidad de desvanecerse y hacerse invisibles.
Los pocos vampiros matusalén y antediluvianos tienen, además de esto, otros elementos verdaderamente asoladores, como la aptitud de transformarse en cualquier monstruo o animal que deseen, o la llamada “máscara de las mil caras”, consistente en realizar opinar que eres otra persona o cosa sin precisar mudar de aspecto. En un caso así, quien mire al vampiro no le vería, sino vería la imagen que el vampiro quiere enseñar.
Los vampiros y la paz
A lo largo del periodo de tiempo de la Inquisición se logró disminuir sensiblemente el número de vampiros en Europa. Estos, observando la supervivencia de su clase mucho más que conminada, eligieron ocultarse y pasar inadvertidos, como todos mortal. Llegó el instante de la Mascarada, en el que los vampiros solo daban a conocer su genuino aspecto en el momento en que estaban de caza, pero siempre y en todo momento eludiendo que absolutamente nadie, salvo su víctima, los descubriese.
Así, consiguieron convivir asimismo con los hombres lobo, de quienes son genuinos contrincantes y por los que sienten un auténtico desprecio. Si bien en el momento en que un vampiro está cerca de un hombre lobo y al reves, se huelen, se intuyen y se se dan cuenta.