Zeus es el padre de los dioses y los hombres y Rey del Cosmos en la mitología griega. Reside en el Olimpo, junto a los otros 11 dioses mayores. Zeus establece una jerarquía patriarcal en el Olimpo, con él, el padre, a la cabeza. Es el dios del cielo y los truenos y sus símbolos son el rayo, el águila, el toro y el roble. Se le representa como a un hombre maduro con largas barbas y cabellos. En las esculturas se le puede ver, o bien sentado solemnemente en su trono o en pie, avanzando con la mano derecha alzada, en la que porta un rayo.
Es una de las figuras más reconocidas de la mitología griega en la cultura popular. Sin embargo, poco se habla de sus principales mitos. ¿Cómo llegó a gobernar el Cosmos? ¿Por qué se le considera el padre de los dioses y los hombres? A continuación le echaremos un vistazo a su historia.
El Nacimiento de Zeus y la Rebelión en los Cielos
Aquí abordaremos una parte del mito del origen del mundo de los antiguos griegos, aunque no profundizaremos en él más que desde la perspectiva de Zeus.
Nació de la unión de Rea y Crono, dos titanes. Crono fue advertido por Gea que, al igual que él había hecho, uno de sus hijos lo destronaría y se haría con el control del Cosmos. Crono, procedió a tragarse a sus hijos y Rea, sabiendo esto, pidió consejo a Gea para que Crono recibiera su merecido por derrocar y castrar a Urano, su padre. Gea le dijo que fuera a la isla de Creta y allí concibiera a Zeus.
Dependiendo de la versión del mito, encontramos que Zeus fue criado o bien por Gea o por diversas ninfas, amamantado por una cabra o por una familia de pastores, a cambio de que su ganado no fuera atacado por los lobos. Rea le dio una piedra envuelta en pañales a Crono, diciéndole que era su hijo recién nacido. Crono, confiado, se la tragó.
Cuando se convirtió en un adulto, volvió junto a Crono y le obligó a regurgitar a sus hermanos, pero antes la piedra que se había tragado en su lugar, el Ónfalo. Dependiendo de la versión, Zeus le dio un emético a Crono para obligarlo a vomitar o le rajó la panza a su padre para liberar a sus hermanos. Después Zeus liberó a los hermanos de Crono, los Cíclopes y los Centimanos, de su prisión en el Tártaro. Para agradecérselo, los Cíclopes le dieron el rayo a Zeus, que Gea había escondido previamente.

Así pues, Zeus, sus hermanos y sus nuevos aliados, combatieron en la guerra llamada Titanomaquia, en la que derrotaron a Cronos y sus Titanes. Tras su derrota, fueron arrojados a lo más profundo del Tártaro, custodiados por los Centimanos por toda la eternidad. Mientras que Atlas, uno de los Titanes aliados de Crono, fue condenado a sostener el Cielo sobre sus hombros para siempre.
Tras la guerra, Neptuno, Hades y Zeus se repartieron el dominio del Cosmos. Zeus se quedó con los cielos y el aire, Neptuno con las aguas y Hades con el Inframundo. La tierra era dominio de Gea, y no podía ser reclamada por ninguno. Esa es la razón que cada uno ejerciese su dominio sobre ella dentro de sus capacidades: Neptuno provocaba los terremotos y Hades se llevaba las almas de los mortales al Inframundo. Tras la guerra, Zeus colocó la piedra de su nacimiento, el Ónfalo en el ombligo del mundo, en la isla de Delfos.
Aún así, Gea se encontraba resentida contra Zeus por la forma en la que había tratado a sus hijos, los Titanes, así que envió a los dos hijos monstruosos que había tenido con el Tártaro, Tifón y Equidna. Zeus los derrotó y encerró a Tifón bajo una montaña, pero dejó a Equidna y sus vástagos vivos para que sirvieran de desafío para futuros héroes.
Hera y los amantes de Zeus
Hera fue la hermana y esposa de Zeus tras la Titanomaquia, y se sentó junto a él en el trono del Olimpo. Junto a ella concibieron a Hebe, Ares y Hefesto. Sin embargo, nunca vio con buenos ojos los escarceos amorosos de Zeus y persiguió a la prole bastarda de su marido. Se dice que la ninfa Eco tuvo la misión de distraer a Hera de las aventuras de Zeus con sus susurros. Cuando la diosa se enteró del engaño, maldijo a Eco haciendo que solo pudiese repetir las palabras de los demás.
Es, más que famoso, célebre, por sus conquistas. Entre sus amantes hubo diosas como Deméter, Dione, Leto y Maya, pero también ninfas, que engendraron linajes de reyes legendarios que fundaron las más grandes dinastías helénicas. Y no solo seres sobrenaturales, destacan los raptos de Sémele, Alcmeca, Ío, Leda y Europa. Esta última fue seducida por Zeus cuando él se convirtió en un becerro.
Estos raptos no son simples anécdotas, sino sucesos míticos que se repetían en todos los cultos locales de ninfas. Estos raptos representan la ruptura del antiguo orden natural matriarcal, para sustituirlo por el nuevo orden patriarcal del que Zeus era representante. Así pues, Hera representaba la resistencia de las religiones tradicionales a supeditarse al nuevo orden.